jueves, 24 de diciembre de 2015

Un cuento de Navidad

Hubo una vez hace mucho, mucho tiempo, un hogar alemán en el que la madre se encargaba de limpiar la casa para celebrar el día más maravilloso del año.

Era el día en el que nacía Jesús, el día de la Navidad. Ella limpiaba y limpiaba para que no pudiera ser encontrada ni una sola mota de polvo. Incluso limpió esos rincones en donde en muchas ocasiones al hacer mucho tiempo que no se limpia suelen aparecer minúsculas telas de araña. Las pequeñas arañas, viendo sus telas destruidas, huyeron y subieron a algún rincón del ático.



Por fin llegó la víspera del Día de Navidad.

En esa casa colocaron y decoraron con mucho orgullo y alegría el árbol, y la madre se quedó junto a la chimenea, esperando que sus hijos bajaran de sus habitaciones. Sin embargo, las arañas, que habían sido desterradas tras la ardua limpieza de la madre, estaban desesperadas porque no iban a poder estar presentes en la mañana de Navidad. La araña más vieja y sabia sugirió que podían ver la escena a través de una pequeña rendija en el vestíbulo.

Silenciosamente, salieron del ático, bajaron las escaleras y se escondieron en la pequeña grieta que había en el vestíbulo. De repente la puerta se abrió y las arañas asustadas corrieron por toda la habitación. Se escondieron en el árbol de Navidad y se arrastraron de rama en rama, subiendo y bajando, buscando esconderse en las decoraciones más bonitas.

Cuando Santa Claus bajó por la chimenea aquella noche y se acercó al árbol, se dio cuenta con espanto que estaba lleno de arañas. Santa Claus sintió lástima de las pequeñas arañas, porque son criaturas de Dios, sin embargo pensó que la dueña de la casa no pensaría lo mismo que él. 

De inmediato, con un toque de magia, golpeó un poco el árbol y convirtió a las arañas en largas tiras brillantes y luminosas.

Desde entonces, en Alemania, todos los años, los abuelos les cuentan a sus nietos la leyenda de las Arañas de Navidad, y colocan con ellos las guirnaldas brillantes de colores en el árbol. 





Y cuenta la tradición que siempre hay que incluir una araña en medio de cada 
decoración.





Nosotros en clase, también convertimos nuestras manitas en pequeñas arañas que salieron a ver la decoración de Navidad.

Es tiempo de celebrar, es tiempo de creer, es tiempo de disfrutar porque nace Jesús.

Queridos papás y mamás, aprovechad este tiempo de Navidad para sacar ese niño que hay dentro de cada uno y no escondedlo nunca, nunca.



Con todo mi cariño, os deseo una 
feliz Navidad.

Inma.


El último cumple del año

Antes de nada, pedir disculpas por el "abandono" temporal del blog... Los trabajos y preparativos de la Navidad y el fin de trimestre han sido, como cada año, una locura... Pero aquí estoy otra vez, y no se podía cerrar el año sin mostraos la fiesta de cumpleaños de Fiorella.

Una imagen vale más que mil palabras...



Inma.

jueves, 3 de diciembre de 2015

De cumpleaños

Ya hemos celebrado el cumpleaños de nuestra amiga Theodora.

Corona de reina para la protagonista, velitas, zumos y galletas. Como siempre una tarde fenomenal.












Inma.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Cadena de sonrisas

La señorita Elisa aquel día había propuesto un nuevo trabajo a sus alumnos: la alegría, Tenían que hacer un trabajo sobre la "ALEGRÍA"y lo había hecho en plan desafío de récord. Les había nombrado "recaudadores" de alegría, para ver qué se les ocurría con tal de provocar la alegría de los que les rodeaban. 

 Todos hicieron cosas realmente encantadoras, aquella vez Carla Simpatías dejó a todos con la boca abierta.

Algunos días después del encargo de la señorita Elisa, Carla apareció cargando un gran saco.

- Aquí traigo toda la alegría que he recaudado en estos días -dijo sonriente.

Todos estaban expectantes, pero la niña no quiso mostrar el contenido del saco. En vez de eso, sacó una pequeña caja, tomó una cámara de fotos instantánea, y le entregó la caja a la maestra.

- Ábrala, señorita Elisa.

La profesora abrió la caja despacio y miró en su interior, y una gran sonrisa se dibujó en su rostro; en ese momento, Carla le hizo una fotografía. Luego le entregó la foto y un papel.

La maestra leyó el papel en silencio, y cuando terminó, señaló con gesto de sorpresa el gran saco.

- Así que eso es...

- ¡Sí! -interrumpió la niña, deshaciendo el nudo que cerraba el saco- ¡un gran montón de sonrisas!

Del saco cayeron cientos de fotos, todas ellas de variadas y bellas sonrisas.

El resto de la clase lo dedicaron a explicar cómo a Carla se le había ocurrido iniciar una cadena para alegrar un poquito a las personas: en la caja sólo había una foto con una gran sonrisa, y todos, al abrirla, sentían la alegría que transmitía y respondían a su vez con una sonrisa, casi sin querer. Carla les sacaba una foto con su propia sonrisa, y les entregaba un papelito donde les pedía que hicieran lo mismo con otras personas, y le enviaran una copia de las fotografías a la dirección de su casa.

Y durante aquellos días y meses, el buzón de Carla no dejó de llenarse de las fotos de las sonrisas de tanta gente agradecida, ayudando a todos a comprender que el simple hecho de sonreír ya es un regalo para todo el mundo. 


¡Y aquí están nuestras sonrisas!


¿No son un regalo?

Inma.


regalo para todo el mundo.